El departamento del Amazonas reporta mayor porcentaje de contagios en Colombia actualmente, pero sigue en el olvido.
Si hay una zona en la que el sistema de salud queda en evidencia es en el Amazonas. Una región que estuvo más de 40 días sin ningún caso de coronavirus cuando ya, en otras partes de Colombia, empezando por Bogotá, las cifras iban en aumento. El Amazonas es zona marginal, olvidada por el gobierno desde hace muchísimo tiempo. Por ejemplo, hasta la fecha el hospital central de Leticia cuentan con ocho respiradores; y ahora la situación ha cambiado drásticamente desde su primer contagio registrado el pasado 17 de abril, el departamento registra 718 casos. Recordar el dato de los ocho respiradores es vergonzoso y preocupante.
Las propuestas que dentro del seno del partido de gobierno se escuchan son improvisadas. La representante Yenica Acosta del Centro Democrático propuso, cuando fueron apareciendo los gritos de SOS en el Amazonas, que el gobierno facilite el traslado de todos los pacientes hasta Bogotá. ¿No sería más viable adecuar, de una vez y por todas, los puestos de salud de la región?, ¿no sería más viable mandar la cantidad de camas, respiradores y demás recursos necesarios para atender la situación?, ¿no hubiese sido mejor que, desde un principio, se invirtieran los recursos en los tan necesarios centros de salud de todas las regiones? Es inimaginable el transporte de tantos contagiados a la capital, no hablamos de dos o tres personas, hablamos de una población en la que el número de contagiados empezó a superar los números diarios de Bogotá; y que también merece una atención similar.
Esto último es el gran inconveniente. La imagen triste del olvido la dejó la muerte del diputado de Alianza Verde e indígena de la etnia Murui Camilo Suárez. Antes de morir, esperando una ambulancia que lo asistiera por Covid-19, había advertido al presidente Iván Duque de la situación: «Señor presidente de la República, hoy el Amazonas está en un SOS; Amazonas es Colombia, hoy necesitamos de su ayuda; mayor acción porque los departamentos hoy no tenemos ni estamos preparados en las condiciones para atender esta pandemia que hoy ya es una realidad».
El diputado le pidió ayudas materiales y acciones directas al jefe de estado colombiano, criticando sus diarias intervenciones televisivas: «Las promesas que usted ha dicho en sus alocuciones y las acciones que ha manifestado el ministro de Salud no llegan al Amazonas; por favor, ayúdenos». Al final remató con un mensaje apocalíptico para su población: «si a esto no se le presta la mayor atención, estamos al borde de desaparecer, especialmente los pueblos indígenas, que somos los más vulnerables». La muerte lo alcanzó días después de estas reclamaciones.
En Colombia, sin embargo, fue tendencia la noticia sobre el pico y género que la alcaldesa Claudia López decretó en Bogotá, generando un intenso debate sobre las cuestiones de género. También generó polémica la aparición de la mandataria haciendo mercado con su pareja y rompiendo las normas de salida en cuarentena. Todos conocemos los problemas de la capital y algunos, como los mencionados, son bastante insignificantes. Mientras tanto, en los márgenes del croquis nacional se libran batallas imposibles de ganar por la extrema pobreza que padecen; pero el gobierno sigue olvidándose de estas zonas.
La crisis sanitaria en el Amazonas se veía venir. El río Amazonas conecta muchas poblaciones del Perú, de Brasil y de Colombia; comunidades indígenas cuya única fuente de ingresos es la comercialización entre ellas. Hacía tiempo que la situación en Iquitos (Perú) y Manaos (Brasil) se estaba complicando. Solo en Manaos, por ejemplo, se registran más de 4.000 casos de covid-19 y una cifra de muertos que llega a los 700. Era previsible que la situación en la Amazonía colombiana tomara un rumbo parecido, pero el gobierno no previno nada de eso por su miope centralismo. Por lo pronto, la crisis está empezando en esa región. A través del río el virus sigue moviéndose y ha empezado a tener un crecimiento exponencial en Colombia. Un dato escalofriante y que demuestra la falta de atención es que Leticia, la capital del departamento del Amazonas, es la cuarta ciudad con el mayor número de muertes en el país, con un total de 26. Una región que empezó a contagiarse más tarde que las demás pero a la que la muerte llega más rápido, el precio por enfrentar al virus sin los recursos necesarios es solo uno: la muerte.