Disfruto que la gente se pase por la verija el toque de queda del fin de semana, que se reúnan y se embriaguen mientras suena, a todo volumen, el equipo de sonido que compraron sin IVA.
La mejor forma de combatir la situación del país (corrupción, narcoestado, polarización fría, violencia, ignorancia) es con caos. No hay otra forma. El caos lo puede generar una violenta revolución, una anarquía total en la que participemos todos apoyados por una gran parte de las FFMM – porque una especie de golpe de estado necesita que las fuerzas militares se tuerzan como nos ha enseñado la Historia – y, con esa consciencia social absoluta, reventarnos contra lo establecido. El gobierno ha sabido mantener bruto y contento a militares y civiles para que eso nunca suceda. Un caos de ese tipo no se ve en el futuro cercano ni lejano.
Hace unos días unos militares jugaron a tirar un perro contra el piso, hace unos días un tipo mató a una joven y la tiró al río Cauca porque no se quiso acostar con él, todos los días los líderes sociales caen cada vez más en silencio, hace unos días la vicepresidenta nos llamó atenidos mientras sacaba de la cárcel a su hermano mafioso, hace unos días salió la Ñeñepolítica, audios e imágenes irrefutables que comprometen a Duque y que son suficientes para salir a incendiarlo todo; hace unos días, también, apaciguaron el escándalo metiendo a Petro y a dos policías de por medio. Y así, día tras día, nos van tapando la mierda con más mierda.
Por eso yo celebro otras formas que brinden un posible caos. El magnífico día sin IVA, por ejemplo. Ver a muchos felices por salir a comprar mientras hacen al rico cada vez más rico mientras ellos, aparte de contraer el virus, son más pobres y esclavos de un consumismo absurdo. Disfruto ver a la gente quejándose en las redes y asustada porque con toda seguridad se van a disparar los contagios y las muertes. Disfruto que la gente se pase por la verija el toque de queda del fin de semana, que se reúnan y se embriaguen mientras suena, a todo volumen, el equipo de sonido que compraron sin IVA. Deseo que Colombia se convierta en una gran Barranquilla, esa vieja, bulliciosa y polvorienta ciudad que se ha convertido en el símbolo de la nación completa: felicidad, ignorancia y virulencia.
Imagínense todo esto convertido en caos. Todo hecho una gran Barranquilla a partir de este día sin IVA. El día que mandamos a la mierda la cuarentena y salimos a bailar con la muerte como una marimonda epiléptica. El día que llegamos al extremo de nuestro deseo material, de nuestra vanidad, de nuestro amor por la apariencia muy al pesar de cualquier valor espiritual. Entonces, que todo arda, que se disparen los contagios, que colapsen las instituciones, que reine el miedo, que dimitan los doctores, que el virus mate más que las balas, que la asintomatología no recaiga sobre ningún uribista, me importa un carajo si son familiares o no. Y cuando todo empiece a caer tan bajo, pero terriblemente bajo, que nos veamos obligados a denigrar del gobierno porque una pila de muertos al frente de las clínicas no nos deja pasar, o mientras nos apilan en la calle con los otros que agonizan y entonces sí, llenos de miedo, pensemos en lo ignorantes que hemos sido dejándonos llevar por gobernantes avaros y asesinos, yo seré feliz.
Si ese momento de lucidez nos llega confío en que, quizás, podamos ser salvos y reflexionemos en adelante las decisiones. Pero, por lo pronto, que cunda el pánico. Dejemos de quejarnos por los comportamientos imprudentes de nuestros compatriotas, es lo esperado. Celebremos que haya más ignorancia, que se anuncien más días sin IVA. Yo prometo estar feliz cuando me llegue el momento de estar contagiado a raíz de todo el caos, prometo escribir cada día una nota optimista mientras la fiebre y la falta de oxígeno me lo permita. Y si muero, ¡qué se le va a hacer!, sólo espero morir en un caos, en una terrible crisis sanitaria que mueva, aunque sea mínimamente, los cimientos de este gobierno de corruptela.